"(...)Ni pintar ni esculpir producen calma en el alma, orientada al divino amor que, para tomarnos, abre sus brazos en la Cruz." (Miguel Ángel)
Jamás hubiera imaginado que la Capilla Sixtina, una de las obras más importantes del mundo, fuera fruto de un castigo.El Papa Julio II encomendó a Miguel Ángel la tarea de pintar la bóveda de la Capilla con la técnica del fresco. Éste había huido de Roma tras enterarse de que el Papa había decidido abandonar un proyecto a gran escala que había firmado con el artista, éste por su parte pretendía no regresar a la ciudad pero el poder...es lo que tiene...le pusieron en un aprieto y se vio obligado a aceptar la propuesta del Papa.
Sus rivales, quienes habían influido en el pontífice, deseaban ver la derrota de Miguel Ángel, quien desdeñaba la pintura e intentó eludir el "honor" de pintar la Capilla tanto como pudo sin conseguir (gracias a Dios, nunca mejor dicho) su propósito.
Si no fuera por sus rivales y la obstinación del Papa, influido por ellos, jamás hubiera creado tal obra maestra.
Otro detalle, entre muchos en esta obra, que me llamó la atención fue el altar de 17 m. de alto, que provocó un gran revuelo entre los religiosos y devotos. Resulta que Miguel Ángel, quien siempre vivió entre la dualidad de la fe y el pecado, pintó a todos los personajes desnudos en la escena que este mural representa, El Juicio Final.
Tras la tormenta finalmente se optó por contratar Daniele de Volterra para cubrir con paños las vergüenzas que tanto herían a la comunidad. Se le apodó "Braghettone", ¿no es genial? pese a todo tenían sentido del humor, sí señor.
Miguel Ángel asistió a la mutilación de su obra y dijo ante ello: "Decidle a su Santidad que eso es una pequeñez fácil de arreglar. Que su Santidad se dedique a arreglar el mundo: arreglar una pintura no cuesta gran cosa".
(Ahí es nada...)
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Miguel Ángel se representó a sí mismo en esta obra, que creó para una iglesia en la que pensaba ser enterrado. Es el anciano encapuchado que sostiene a Cristo muerto.
La escultura está quebrada por el propio escultor , fue su criado quien le pedió que se la regalara y evitó así que el artista destruyera por completo su obra.
La frase del inicio forma parte de un poema que escribió el escultor en sus últimos años. Siempre debatiéndose entre la belleza, la vanidad, el amor y su fe. Es representativa la forma que tiene de expresar su dolor tanto en sus esculturas y pinturas como en sus escritos. Y es en esta última estrofa donde parece rendirse a Dios tras una vida llena de sufridas pasiones.
Hay tanto que decir del escultor que un post parece ridículo.
Miguel Ángel...
Una pena que fuera rival de Leonardo Da Vinci, ¿se imaginan una obra común?
M.